Durante la evolución de las formas políticas en Europa, los romanos aportaron el derecho, reglas de juegos comunes, precisas y públicas que regulaban con detalle los intereses y conflictos de los individuos, lo que podían esperar de la sociedad y viceversa.
A trevés de la historia, se han ido consolidando cada vez mas los dos grandes protagonistas de la política moderna: el individuo y el Estado; que aunque parezcan enfrentados, están estrechamente vinculados, pues, cada individuo concibe su personalidad política en torno al Estado, y este por su parte está formado por individuos y sus múltiples deciciones. Aunque si bien la realidad es ésta, es común que se opongan: el individuo se queja de la opresión y la arbitraridad del Estado, mientras que éste atribuye a los individuos todos los desastres políticos por su desobediencia y egoísmo.
Desde tiempos antiguos, en donde a los reyes se les atribuía la capacidad de poder interpretar a los dioses, las sociedades han ido en la misma dirección: menos naturaleza y mas artificio. Las sociedades se van haciendo mas deliberadas, dependen mas de las necesidades y tratos de los hombres y dan mas importancia a las simbologías de estos, que a la interacción con la naturaleza y sus leyes, sometiendose a una justificación racional que cualquiera puede entender y discutir.
Si bien las antiguas estructuras sociales limitaban mucho la individualidad, poseían una gran solidez unánime, en cambio la modernización dá mas relevancia al cada uno, debilitando la unanimidad comunitaria.
Antes la jerarquía social se regía por un orden natural, ahora se trata mas bien de inventos, y en lo que los hombres han creado, siempre está el poder y querer de cambiarlo; es ésto lo que hace mas fuerte la contraposición de individuo y Estado, pues el individuo es el fundamento de la realidad del Estado y este último se justifica invocando los acuerdos entre individuos pero cuidandose de sus caprichos y manteniendose firmes antes posibles sublevaciones. Como siempre la polémica está entre las razones para obedecer y las razones para revelarse.
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